Locuras en una licuadora humana

En este sitio encontrarán alucinaciones, delirios y todo tipo de banalidades creadas por una mezcla de los tornillos que faltan en mi cabeza y una dosis de extranjería inevitable... Ríanse y sepan que todavía existo. NOTA IMPORTANTE: No me hago responsable de palabra alguna publicada en este sitio.

27.12.04


Val + telera Posted by Hello

26.12.04


Moscatel Caballo Blanco (?) Posted by Hello

24.12.04

Boletín Informativo 006: Especial Navideño

Buen provecho y buena suerte
por Seb
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Suenan las campanas otra vez... Finaliza un año más. Los optimistas creen tener 365 días adicionales de sabiduría, los pesimistas saben que están 365 más cerca del Señor, los neutros prefieren no opinar y simplemente aprovechan que el dominicano, por lo regular, busca cualquier excusa para tomarse un trago y tirar unos pasitos; y así, Navidad: Excusa por excelencia plus ultra, y etcétera. Entre el fresco y el alcohol, todos parecemos olvidar los percances vividos durante todo el 2004, y la tan citada esperanza que impregna cada esquina se convierte en sonrisa, que con la música y los frascos disfrazados de malla amarilla, se torna en fiesta y así sucesivamente se desencadena una serie de consecuencias con un efecto bola de nieve. El ejemplo más curioso es el siguiente (y por el cual no cuestiono a nadie, pero me causa mucha gracia): ¿Quién se ha sentado a pensar en por qué el mes en que más gente cumple años es Septiembre? Para darles una pista, de Diciembre a Septiembre hay exactamente nueve meses. Los invito a arrojar sus propias conclusiones al respecto... Personalmente, creo que esto es tomar demasiado a pecho el concepto de Celebrar la vida, pero bueno, hay cosas peores. Pienso que a lo que mayor atención debería prestársele es a la tradicional cena navideña.
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¿Quién demonios inventó La Telera? O, ¿a quién se le ocurrió sugerir que La Telera debía ser El Pan Navideño? Debo decir que esas dos personas han hecho un gran daño a la sociedad. Ni las famosas masitas de colmado logran tan efectivamente que uno pierda el aliento, se le dificulte el habla y empalidezca (en palabras más vulgares, se añugue) como lo hace La Telera. Lo peor del caso es que en una fiesta a la que asistirán veinte, se puede estar seguro de que habrá Telera suficiente para cien invitados y que, por pura álgebra de Baldor, es posible que quede Telera hasta Febrero si en la casa sólo viven cuatro; pero como nuestro sadomasoquismo no es inhumano, sólo exagerado, guardamos dichas delicias (decoradas para deleitar la vista con Amarillo 14 estilo curry) hasta el día de Reyes, y luego ni el perro es capaz de pegarles el colmillo... Sugiero un intento de batear una pelota con una Telera a ver qué tan lejos llega; apuesto a 400 pies por el left field.
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Y así con el resto de los platos tradicionales. El pavo, la pierna de cerdo, el jamón glaseado, el arroz con piñoncitos, los pasteles en hoja (único de estos manjares que aún resulta agradable a mi paladar), ponche, vino, ron y una mezcla de resaca y malestar estomacal por varias semanas. Las proporciones preparadas son tan groseras que los platillos del 24 se transforman, de cena formal a “sánduches de pierna (con Telera, por supuesto)” y/o una verdadera mezcolanza de todo (incluyendo los postres), que nos obligan a engullir mañana, tarde y noche hasta el día 30, pues, incluso habiendo cedido cuantiosas raciones a los familiares más queridos (en sus respectivas cantinas, platos de foam cubiertos de papel de alumino y otros envases prácticos), la comida que permanece intacta es suficiente para alimentar a todo el Congreso Dominicano. Y al día siguiente, el 31, cuando ya logramos respirar y sentimos el alivio de degustar otras variedades de alimentos, comienza el juego de nuevo, y vienen pavo, y pierna, y pasteles, y todo lo demás, hasta el día de Reyes, junto a las diez o quince libras adicionales, si tenemos suerte. (Y nos asombramos del aumento de peso tan estrepitoso. Un poco de sensatez, por favor.) Luego me preguntan que cómo puedo cansarme de tan ricos platos que sólo se preparan una vez al año. Amigos, comer lo mismo por tres semanas de corrido, NO equivale a “comer una vez al año” (en realidad ronda el 5% de nuestra alimentación total anual).
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Por esta y otras razones prácticas, este año, yo celebraré las Navidades comiendo tacos junto a algunas amistades que viven conmigo o están de visita acá en el extranjero. A quien apetezca dicha idea tan tentadora, queda formalmente invitado.
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La Jarana Navideña
por Val
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Navidad...tiempo de villancicos y ponche Crema de Oro... tiempo de sidra y vino... de regalos y alegría... Navidad 2004: tiempo de olla masiva y puerco con casabe...
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Ya están las calles insoportables con los famosos tapones; los padres jugando a ser Santa Claus, jóvenes en busca de cualquier bonche que aparezca, y damas en busca de salones donde oferten "tinte 2x1" para ir con la vecina y recibir las Navidades y Año Nuevo, embellecidas en un cambio radical... ¡locura les digo!, ¡locura total!
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Ya hacen filas en los supermercados para comprarse el pavo más bonito y coger las uvas más frescas... Todavía no se escucha ningún merengue nuevo de Tulile, Toño o Krisspi (si de extravagantes personajes hablamos), como a principios de Diciembre siempre sacaban un tollo al aire, con sonidos y alaridos desesperantes, acompañados de una güira y mujeres gordas con "panty de bolitas".
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¡Ah este paraíso dominicano!, que da la bienvenida a las fiestas en pleno mes de octubre, cuando las amas de casa, ya sea por mero aburrimiento o por nostalgia, desempolvan sus queridos charamicos y los preparan con cuidado en alguna esquina estratégica del hogar, acompañando a los mil y un adornos que nos ciegan la vista de rojo. Paraíso dominicano en donde en Pascuas, la gente sale de noche con la mesa de dominó en el baúl del carro, junto con un "pote" en busca de algún evento (el dominicano siempre preparado); y, ¿quién olvida el ritual del afamado puerco en puyas? Ahí todos sacan su lado inhumano a relucir, y uno ve cómo se comen desde las orejitas, pasando por el hocico, hasta el rabo.
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Los Perico Ripiao' y Las Mañanitas, para que te acuestes y te levantes de un humor de perro; que por cierto, los ladrones aprovechan estas dulces ocasiones para asaltarte y a toda tu familia a ritmo de "traigo un ramillete”. Cuando te levantas, al ir a la puerta a buscar el periódico, viene un pendejo con un sobrecito que dice "Navidades para tu cartero favorito", y mientras te miran esperando respuesta, tu estás tratando de recordar, ¡¿cuándo en la vida has visto a ese hombre antes?!
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Cuando en plena pascua, mientras cenas con tus familiares en completa armonía, oyes los bocinazos de los basureros como haciéndote saber que ellos también quieren sus "navidades"... Las "funditas" que reparte el gobierno tan noble y generosamente, luego de haberle dado FUNDA al pueblo (¡vaya manera de solidarizarse!) y por último, los famosos bizcochos de frutas secas, que lo único que hacen es provocarte unas náuseas horribles, cuando nadie sabe que, al igual que la telera, se usa para espantar a los disturbadores de la paz de los Perico Ripiao' y las Mañanitas.
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Por esto y tantas cosas más, la navidad dominicana, es, y siempre seguirá siendo tan "especial".
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(Más de Val en http://valdefillo.blogspot.com/)

17.12.04

Boletín Informativo 005: Seb vs. La Plancha – Combate Mortal

“...saltos mortales, hombres por los aires. Esto es la Lucha Libre, el deporte que ha conmovido a las grandes capitales del mundo.” El recuerdo de aquellos años todavía me trae nostalgia. Las mañanas sabatinas eran del Canal 9. Jack Veneno, Rafi Sánchez, Relámpago Hernández, Los Hermanos Broncos y La Escuadra Ruda. La Tertulia Induveca, ‘mi abuela Doña Tatica”, Amarilis “échale agua”, Fortimalt (el reconstituyente y anticatarral, un brazo de poder en cada cucharada... vamos adelante con Fortimalt) y pasta de zapatos Búfalo. Todas estas frases, ideas e imágenes lograron, por tanto tiempo, desalojar de nuestras pequeñas cabezotas conceptos de matemáticas, lenguaje y biología que con tanto esmero intentaban ser enseñados por nuestros profesores de primaria. Pero, francamente, a quién le iba a importar la fotosíntesis cuando podía deleitarse con un combate enjaulado transmitido directo, en vivo y a todo color desde el Estadio Eugenio María de Hostos, y ver, antes de la pelea, a Jack Veneno desmontarse de su Mercedes rojo descapotable, en su conjunto de ropa deportiva de colores, con sus gruesas cadenas de oro (o fantasía), firmando autógrafos como si fuese Michael Jackson.

[Paréntesis: Mi hermano le pidió a Jack Veneno dos autógrafos hace como cuatro meses en el Restaurante Chino de Mariscos; uno para el Mono y otro para su propiedad. Espero que no se haya sacudido la nariz con la servilleta que podría ser enmarcada y vendida por una fortuna dentro de algunos cien años.]

Similar a encuentros en los que hasta los presentadores llevaban sillazos, fue mi cita de hace unos días con la plancha. Pero antes de continuar, debería definir algunos conceptos.

Plancha: Instrumento de tortura fetichista, inventado por un grupo de individuos sado-masoquistas, capaces de forzar el llanto hasta en el más rudo de los hombres, luego de una larga sesión de quitar arrugas a un número considerable de camisas.
Planchar: Acción y efecto de utilizar el instrumento de tortura fetichista que, en la antigüedad, fue creado por un grupo de mentes sado-masoquistas, con el propósito de hacer llorar hasta al más rudo de los hombres, a fuerza de largas sesiones de uso sobre camisas arrugadas.

Habiendo aprendido de mi madre la teoría de eliminar las arrugas a cualquier prenda de vestir (preferiblemente de algodón), hace más de cinco años previo a mi jornada AFS, me creía más eficiente que un local de Tintorería (Dry Cleaning), capaz de tener una camisa lista, almidonada y tendida en percha en menos de lo que se puede decir “berenjena”. Qué iluso. Vago por naturaleza, la única vez que había planchado en los últimos tiempos había sido en Septiembre, una sola camisa, para asistir a una Convención de Aviación. El resultado, patético, pero en aquel entonces culpé a la prisa de ello. Queda de más decir que, habiendo lavado casi toda mi ropa ya varias veces en los tres meses que llevo viviendo fuera de mi hogar, un buen número de camisas a mangas largas ha colgado dentro de mi armario, tan lisas como si hubiesen salido del hocico de una vaca.

Las semanas pasaban, y de una manera u otra, encontraba la excusa perfecta para eludir el tener que dedicar toda una tarde a planchar, como por ejemplo “es un buen momento para ir al supermercado y pesarme en la balanza de la tienda de lentes, por 20 céntimos”. La dejadez me cegó, y no vine a percatarme del error que estaba cometiendo hasta que una noche quise vestir algo decente... todas las camisas arrugadas. En ese momento tomé la decisión. Había que enfrentar a la plancha a como diera lugar. No podía permitirme un día más bajo esas condiciones. Y así fue.

Sobre nuestra tabla de planchar, tapizada con una tela de camuflaje militar horrible, comenzó el combate tan esperado. Conecté la plancha y ésta escupió inmediatamente sobre la primera camisa. El cuello, los puños, las áreas grandes, las mangas, todas atacadas por mí, pero boicoteadas por la plancha... No lograba quitar las arrugas. Luego de más de media hora, la camisa quedó inaceptable para cualquier colegio privado británico; para los estándares de quien vive solo por primera vez, como nueva (aunque esto no me bastaba). Segunda camisa, la pelea se intensificaba, la plancha seguía escupiendo, y yo olvidaba el cuello y los puños. Cuando me recuperé de un fuerte golpe bajo y volví en mí, habiendo logrado terminar los puños, intenté tenderla en la percha, pero me percaté de que las mangas necesitaban un retrabajo. Indignado la volví a colocar sobre la tabla e intenté azotar a la plancha sobre ésta. Finalmente me rendí y pasé a la siguiente camisa, con el mismo resultado de la primera ronda.

Y así siguió la pelea. Cerca de tres horas sin pausa, no más de ocho camisas, la dignidad por el suelo... Mi contrincante parece haber sido bastante bien entrenado en su lugar de origen, pues me dejó exhausto y atemorizado; sé que el siguiente encuentro será inevitable, y la sola idea no me está dejando dormir para nada tranquilo.

9.12.04

Café con besos por la mañana (extracto)

La carne siempre es débil. El deseo de tocarnos invade nuestros pensamientos, corrompe nuestros principios, derrota nuestras responsabilidades. Hace que todas nuestras prioridades se reorganicen o se guarden hasta un poco más tarde, y el sentido de la vida cambia totalmente. Sólo por querer amar y ser amados, somos capaces de atrocidades impensables. (Alguien muy sabio, cuya existencia es refutada por muchos, dijo una vez que quien estuvise libre de pecado se aventurara a lanzar la primera piedra...) De este pecado nadie se libra. Es el pecado más puro, el pecado más bello, el pecado que nos vuelve humanos y mortales, y que nos motiva a reencarnar.

(Séptima parte, hasta ahora, de aquello en lo que estoy actualmente invirtiendo parte de mi abundante tiempo libre.)

7.12.04


Deep Dish @ Pachá Barcelona Posted by Hello