Locuras en una licuadora humana

En este sitio encontrarán alucinaciones, delirios y todo tipo de banalidades creadas por una mezcla de los tornillos que faltan en mi cabeza y una dosis de extranjería inevitable... Ríanse y sepan que todavía existo. NOTA IMPORTANTE: No me hago responsable de palabra alguna publicada en este sitio.

7.11.08

Tropezones

Cuéntame tu más oscura fantasía, desnudando sólo un rato tu pudor. [No quiero que me mientas esta vez.] Desviste tu mirada y dame una sonrisa… Que sea maligna, que me invite a penetrar lo más profundo de tu mente, a follarme a tus secretos, que me hechice y me convenza de dejarte sola con los míos.

Mordisquea mi consciencia, lame cada palabra que digo, y mientras tragas párrafos enteros de dialéctica y lujuria, córrete dentro de este cuento de hadas. Deshazte del peso que esclaviza a tus músculos, permite a ese gemido escaparse de tu vientre, pierde la mirada sobre sábanas sudadas, pero no te muevas, que la cámara de fotos incrustada entre mis ojos inmortalizará tu figura y tu delirio, regalándome un recuerdo eterno, un momento repetible en el que todo lo que está bajo tu piel me pertenece.

En un trance espiritual, a siglos luz de ti, de mí, recorro con mis dedos la humedad que brota de tus poros, dibujando tu cintura, tus costados, tus anhelos, y el tiempo es divino porque aquí no existe, quedó enredado en la última prenda que soltaste ansiosa en la escalera.

Compartimos grandes dosis de olvido disfrazado de humareda, bocanadas de cosquillas que entumecen los sentidos; nos apoderamos de este trozo de vida como bohemios neoclásicos, tarareando una oda a la inocencia rebelde, al escapismo pasajero, a los placeres más básicos.

Bobo, platónico retro-existencialista, fiel a las remembranzas alcohólicas, juego con tus labios y los míos, escupiendo mi más sincera dedicación, bebiendo cada gota de tu ser, tan dulce como versos aun por ser escritos, tan frágil, transparente, como la verdad misma.

Enamórame del cielo antes de entrar, ahógame en un oasis de suspiros. Asfíxiame en tu calma, una, dos, tres veces, y cuando ya no queden peces, arrójame en el mar, e incinérame con gritos de locura hasta extinguirme.

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