Locuras en una licuadora humana

En este sitio encontrarán alucinaciones, delirios y todo tipo de banalidades creadas por una mezcla de los tornillos que faltan en mi cabeza y una dosis de extranjería inevitable... Ríanse y sepan que todavía existo. NOTA IMPORTANTE: No me hago responsable de palabra alguna publicada en este sitio.

22.3.08

Filosofía de patio


Me resulta impresionante como me atrapa la música. Luego de algunas caladas, me arropa, me hace esclavo pasajero, y comienzo a vivir a su ritmo, a tantos latidos por minuto como me pida que logre.

Y me abstraigo en las arrugas de la cortina que, allá al fondo, da la bienvenida a la fresca brisa de una noche de otoño. Curtida sobre el blanco que algún día vistió, me defiende de las sombras que abajo deambulan sin rumbo, una que otra a más volumen del que quisiera.

Vuelvo al sonido que, por segundos, se sintió ignorado, cuando en realidad era uno de los grandes culpables de lo sucedido. Y lo sigue siendo.

Por momentos creo sentir vibrar los vellos de los brazos. El cosquilleo cuasi-imperceptible que provoca me recuerda que estoy vivo. Tan vivo como desde que nací, aunque en un estado de anti-consonancia con lo que se encuentra al cruzar mi ventana.

Y así, solo, me encuentro acompañado, mientras mi espalda experimenta una fusión incontestable con la usada tapicería de este sofá. Aquí he dormido pocas horas pero han sido gloriosas. De ésas que siempre querré recordar cuando necesite percibirme en un estado total de levitación asistida.

Lamentablemente hay músicas y hay músicas. Algunas son capaces de hacernos volver a instantes de luz dejándonos parcialmente ciegos, y extraídos con violencia de un mundo en el que muy pocas cosas importan, en el que cobran vida las relaciones con nuestras soledades, y esos largos bailes en conjunto. Me parecen largos, y el reloj se engaña. Como una cuerda que se estira sin ceder ni un solo instante. Salvo cuando la música te vuelve a despertar, obligando a ese elástico a regresar a su estado inicial en el que otras pocas cosas recobran su importancia. Como un renacer deseado a medias…

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