Locuras en una licuadora humana

En este sitio encontrarán alucinaciones, delirios y todo tipo de banalidades creadas por una mezcla de los tornillos que faltan en mi cabeza y una dosis de extranjería inevitable... Ríanse y sepan que todavía existo. NOTA IMPORTANTE: No me hago responsable de palabra alguna publicada en este sitio.

1.11.04

Boletín informativo 003: Mejoras en la cocina y otras historietas

1:45 a.m. La hora cambió anoche. (Sólo a Hipólito se le ocurre cambiar la hora en RD... imbécil.) Llegué hace unas horas de Bruselas y debo admitir que se siente extraño regresar a casa, no regresando verdaderamente a casa... o sí. Minuto de filosofía barata.

Todavía me impresiona saber cómo personas que conozco (cuyos nombres me reservo porque sí) rallando la tercera edad con 40s bastante avanzados, son capaces de salir a la calle, regresar para bañarse y luego presentarse en una reunión de negocios y ser los participantes más productivos. Es realmente admirable... Partiendo de este comentario creo poder decir que mi resistencia a la mala vida se ha incrementado notablemente pues de miércoles a domingo me la pasé en un mismo trip alcohólico (buscando glamour en el término "jumo") sin resaca ni crisis de identidad. Sin embargo, pues todo tiene un pero, no soy capaz de prestar atención a algo por largos períodos si no he dormido más de tres horas y menos luego de varias botellas de vino y cerveza.

Resulta que mi viaje a Bruselas tenía como fin principal asistir a una conferencia de operaciones aeroportuarias en la Unión Europea, de miércoles a viernes. Lugar: Parlamento Europeo; feeling del lugar: 10/10; costo por asistir al evento: zilch (aparte del fuerte consumo etílico, de papas fritas y chocolate). Miércoles y jueves, aunque no logré hacer contactos por la escasez de españoles, aproveché bastante el evento, tomé muchas notas e incluso osé pensar en la posibilidad de hacer una pregunta (idea que desapareció rápidamente). El jueves, con menos de 10 horas de sueño acumuladas en dos días, salimos a beber (con Antoine, mi hermanito belga) a un local bastante interesante en el que universitarios beben cerveza sin compasión, tiran los vasos plásticos con los fonditos, bañando a los demás y dejándolos con un rico olor a cebada fermentada. Me dicen que no es raro ver a los borrachos orinando en las esquinas o encima de la gente... no tuve la dicha de presenciar aquello. Tiré cerveza al aire, bebí y di muchos brincos... claro, dormí menos de cuatro horas. Resultado: me desperté a tiempo, llegué a la conferencia limpio y fresco, me senté en mi sillón, y sólo recuerdo haberme parado al coffee break. De cuatro charlas, no vi ninguna; me dormí.

Aparte de esta travesía; de perderme los museos que quería ver por no levantarme a tiempo el sábado; de haberme puesto malo de la barriga por un kebab cuya carne de cordero tenía un aire de no estar muy fresca, teniendo la ingestión de dicha delicia culinaria resultados bastante palpables; no hice más que caminar, beber y comer con mi primita querida María del Mar, a excepción de que (con su ayuda) cociné a toda su familia belga pues la primera noche, borracho, aparentemente sugerí que cocinaría en el fin de semana. Señores, si han leído los boletines anteriores, sepan que un nuevo Sebastián ha nacido: he quedado estupefacto con lo buena que me quedó esa comida. El menú consistió en un arroz con maíz y puerro, tomates al horno con pesto y queso emental, pollo con piña y zanahorias, y fritos maduros, gracias a sugerencias y consejos de Doña Estela (abuela de María) y mi madre. Ni el desastre que dejé en la cocina es comparable con la calidad de lo que serví hoy a medio día... todavía no me lo puedo creer. Sí, María me ayudó bastante, pero (sin quitarle el crédito que se merece) las decisiones e improvisaciones fueron dirigidas por mí. Después de todo, cocinar cuando no es obligado, es realmente agradable. Hay quienes dicen que cuando la mujer cocina es deber/oblicagión, y cuando el hombre cocina es arte (o algo así). Me pregunto si debo hacer caso a una declaración tan machista como ésa.

Amistades peligrosas y no peligrosas, queridos y queridas, no quiero contarles más nada. Algunos de ustedes me hacen bastante falta, otros no tanta o ninguna, pero de todos modos doy un beso a todos.

Esperen más, pronto.

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